Artículo de Rodrigo
Alonso
"Monumento:
latín monumentum, de monere, recordar". Con esta referencia
se inician las imágenes de HEROICA, la primera realización
conjunta de Gabriela Golder y Silvina Cafici, realizadoras de conocida
trayectoria en el circuito del video local.
La definición
orienta hacia algunas de las claves de la obra, pero definitivamente
no las agota. Tal vez porque HEROICA no se propone indagar en la
historia y la memoria - otras claves de la pieza - desde una perspectiva
abstracta sino a través de la experiencia concreta de cuatro
mujeres, sus imágenes logran penetrar con una enorme profundidad
en la epopeya cotidiana de sus protagonistas, proyectándola en el
espejo de la vida social.
Olinda, Luisa, Juana
y Carmen comparten historias de vida signadas por conflictos familiares,
económicos y sociales. Reunidas en una terraza, frente a
las sábanas tendidas que reflejan su situación actual, toman
posesión de su territorio exorcizando los fantasmas de un
pasado por momentos penoso, por momentos trágico. Su propia escritura
hace partícipe al espectador de las pequeñas miserias
de las que es capaz la convivencia humana. La atmósfera abrumadora
de algunas de las crónicas contrasta con la inmensidad del
cielo que se despliega majestuoso sobre sus cabezas.
Carteles inestables
nos cuentan los avatares de las vidas de estas mujeres. Recuerdos
penosos se confunden con anhelos y aspiraciones, sueños y
deseos latentes. La infancia precaria comulga con el presente incierto,
la violencia familiar con la descriminación social. Los breves
relatos manuscritos acosan con su pregnancia al sereno encuentro
de las protagonistas, filtrándose en sus conversaciones y sus risas.
La terraza y las
sábanas son el escenario de un rito. Una ceremonia casi inocente
transforma a las telas que se mecen con el viento en un marco inmaculado
y radiante, los sudarios en los que se diluyen las penas transfiguradas
en la propia imagen. La terraza revela su naturaleza más profunda,
su cercanía al cielo. En un acto epifánico las mujeres miran
a lo alto o cierran sus ojos - acaso soñando?- desafiando
por un instante su destino terrenal.
En la soledad compartida,
las cuatro juegan con estampas escolares de próceres argentinos.
Sus manos acarician la historia de un país ajeno y distante, convocando
con ternura el recuerdo infantil y la propia identidad. Sus miradas
apenas devuelven aquellas que las convocan desde el abismo de los
tiempos. Sus historias enfrentan "la" Historia, el relato
heroico de personajes ilustres al que sus pequeños instantes
de vida no pueden aspirar.
Esta confrontación
de la crónica pública con la privada, del reconocimiento
histórico con el anonimato social es uno de los momentos
más logrados del video. Con una economía de recursos notable y una
plena confianza en una imagen ascética, encabalgada únicamente
en un elaborado contrapunto musical, Cafici y Golder construyen
una situación de gran poesía y, al mismo tiempo, de extrema
significancia narrativa, elevando una acción casi intrascendente
a la categoría de símbolo.
El estrecho ámbito
de la terraza es el teatro de este conflicto de signos, y también,
el de su resolución. En un acto de afirmación, las
mujeres escriben sus nombres sobre una de las sábanas y se acuestan
en ella. Definido simbólicamente su terreno, con sus anónimas
historias a sus espaldas pero de cara al cielo, estas cuatro mujeres
ahora nominadas exhiben la heroica hazaña de llevar adelante
sus vidas en un país de historias oficiales y de indiferencia radical.
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